Manumisión

Imagen(*): emkanicepic Callé por mucho temor; temo, por mucho callar... Jorge Manrique El infierno nos mira. Quiere poner a prueba nuestro escrúpulo, la resonancia de un instinto probable devorado por el pozo del tiempo tras siglos de evolución grosera del pingüe privilegio en pugna con el vital aliento compartido. Todo lo prescindible crece como una lepra fácil, cavernaria, en el magma impávido de la pleitesía, entre tanto, el fondo del sollozo no deja de golpear los muros, demasiados los cuerpos, los despojos, los aullidos, las pérdidas, los desgarros. Ceder a la temeridad de su feroz delirio, mientras clava sus ojos caprichosos sobre las cadenciosas fauces del tumoral soborno del desánimo, es renunciar a la luz y a la retina. Los lutos se mastican, los destrozos se tragan y se rumian, después la indigestión exige desestimar la dieta perniciosa: no más honores al dolor baldío ni a la cruel ambición que lo convoca. El final de...