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Mostrando entradas de mayo, 2021

Cuando dejaron de volar los elefantes

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Imagen(*): LK_Drak Nunca, tampoco, t anto dolor se amotinó de golpe,  ni tan herida estuvo la esperanza. Piedad Bonnett I la nieve se hizo agua  y el agua disolvió la volátil textura de su aroma en el aire  bajo un sol de inclemencia  bochornoso dejamos al albur de la cólera hambrienta de reproches aquella sombra frágil de fortuna que alguna vez con el arrojo puesto reconcilió el temor con el coraje   II   Sobre ti,  derramada, Oigo mi desnudez Silenciosa y exhausta.  III abrumada de noche se me quiebran los rostros en un troquel de sombras lugar en que convergen los dueños del arbitrio no logro deshacerme del destino  enredado entre los espejismos  de un desierto perverso sin oasis  donde se precipitan las agruras   tremolinas espesas e importunas como calima lenta de verano que adormeciera frutos en las ramas IV  Sola, entre retamas negras, Oscuras como pozos,  ...

Seis Andanzas en orden descendente

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Andanza 6  (Sobre un poema de Luis Rosales) Tendrá sus días álgidos el calor del abrazo. Seremos nuevamente cuando el virus maldito no engendre más racimos y las plazas recobren aquel tránsito vivo, libertario, de sus rutinarios feligreses, que está el amor ceñido en toda coyuntura, alentando el milagro. Andanza 5 (Sobre un fragmento de "Altazor" de Vicente Huidobro) Estar encadenados sin conciencia, recorrer la jornada a golpe de raíl y de silbato, sin preguntar dónde quedó el quejido, en qué lugar la voluntad se hizo al nicho y al estribo del amo, celda sin muros donde la piel va cediendo a jirones, al compás que el calendario canta. La vida empieza cuando la inmediatez se nos termina y el tiempo deja de ser un bien escaso. Andanza 4 (Sobre un poema de Luis Melgarejo) La pobreza tiene las manos muy sucias. Dicen que no duerme si no es en suelo inhóspito y tiene la costumbre de comer poco de casi nada. La pobreza es muy dura mientras el sol...

Embusterías

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Venecia es una trampa José Emilio Pacheco La mentira resbala pegajosa entre las marionetas indecentes que declaman las falsas libertades. Los muertos se cuentan por docenas, –qué digo– por millares, mientras las sabandijas alimentan el aullido nocturno, la libertina turba que reniega de la más básica condición humana: el protector impulso de sostener la vida contra la hiel amarga de la ominosa muerte.  La mentira se filtra entre los decibelios del infierno en la tierra que reza en los altares y hace sangrar las grupas inocentes, en rituales trágicos, demoníacos, acordes con el ser que los contempla, cuyas sienes se alimentan de vómito y miserables vítores. Todo sueño dantesco tiene alcance en la perturbadora crueldad que desestima cualquier posible hálito de vida. La mentira se aposta en las esquinas fáciles de los miedos largos corrompiendo principios y consignas. Algo se ha ido pudriendo en el seno fiel de la palabra, un fermento mugriento que no deja brotar a la semilla con su c...