Ortigaciones
La herida del dolor
no tiene cirujano
que opere o cicatrice
sus filos de amapolas.
Ana María Fagundo
A veces el cansancio
se instala en la trastienda de los huesos.
Duelen, entonces, sus mordidas
como ortigas caníbales lamiendo los tobillos
con la torpeza impía del inconsciente
al paso de los pies por su dominio.
Dolor de hondura extrema
que rebusca en la entraña
donde nada penetra, ni la sombra,
cueva maldita, alejada del cielo,
quebrantada como siniestra rama
en la que puso furia la tormenta.
Así este dolor de dentro
que no cesa de hablarme.
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