Apocalípticos y segregados


Imagen(*): Inkirra



A veces decidimos los desgarros.

A conciencia y con denodada fe
nos sentenciamos 
sin que el pulso nos tiemble,
quién sabe si arrastrados 
por algún mal consejo,
un oído prestado al enemigo.

Sabemos escoger con cierta ceremonia
dónde clavar el frío del invierno,
dispuestos a volcar 
la herrumbre más amarga 
sobre la sed de albergue.

Quebrancía de aliento
que daba ritmo al paso...

No hallo razón ni alcance alguno
que exima de traición a la daga,
cómo quitarle hierro 
al dardo envenenado,
cómo docilidad 
al desacierto.

(Sobreviene, entonces, el hastío,
el páramo, el abismo, la riada)



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