Velaciones

 










Ángeles Munuera


No es cándido caminar

a tientas por la orilla 

sin constantes vitales,

cuando no hay gaviotas 

ni señas de naufragios

ni algas ni cometas

en la marina del óleo más vacío. 


Desde que nos calzamos la vigilia,

no ha transcurrido un solo mar

ufano o serenísimo,

pero los pies persisten,

siguen confiando sus huellas

al inestable lecho de la arena.


No es esperanza ingenua

este impulso tenaz sino coraje,

puro coraje franqueando el desierto.






 

























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