reencuentro

 



no era tan sólo el mar

con su latido desacompasado, 

de caricia en caricia

rompiéndose en espumas cada orilla,

era, en silencio,

más allá del beso de las olas,

la memoria de un pasado reciente

negándose a claudicar como un olvido


alguna vez, en esta misma playa,

aconteció, sin conciencia ni alarde,

la alegría


(de naufragio en naufragio,

he ido coleccionando, sin saber, 

algunos oleajes invencibles)

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