Al hilo de la vida

Yo Síííííí me vacuno con AstraZeneca que si de algo hay que morir que Dios nos pille vacunados... (¿O era confesados? Ya no sé.)


Suena a chiste el revuelo tremendo que se ha organizado en torno a los supuestos efectos nocivos que la vacuna AstraZeneca pueda presentar para la salud. Creo que si me defino como estupefacta, anonadada y patidifusa ante semejante ridiculez me quedo corta...

Parecemos nuevos los seres humanos (cuya capacidad de pensar nos diferencia del resto de los animales, no se lo pierdan) en el uso de productos farmacéuticos, como si jamás de los jamases hubiéramos consumido un fármaco que nos haya causado alguna reacción adversa o acaso nunca hubiéramos leído las largas listas de desaguisados insalubres que figuran en los prospectos de los compuestos de laboratorio o en el vademécum internacional.  

¿Qué esperábamos? ¿Tal vez que las vacunas fueran un producto tan extraordinariamente mágico que, al contrario de lo que sucede con cualquier otro medicamento, resultara completamente inocuo para la totalidad de la especie humana? Ante tal despliegue de inteligencia que nos asiste mejor ejemplificar, pues como escribiera Cervantes: «La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura».

El simple consumo de Ácido Acetil Salicílico (la aspirina de toda la vida) "puede ocasionar lesiones mucosas gastrointestinales como, petequias, equimosis, erosiones o úlceras y aumentar desenlaces graves como hemorragias digestivas y aun la muerte."¹ 

Y, no obstante, "La aspirina es uno de los medicamentos más utilizados en el mundo, con una amplia variedad de indicaciones terapéuticas. Desde sus indicaciones originales como analgésico y antiinflamatorio, son sus propiedades como antiagregante plaquetario las que la han convertido en el medicamento más empleado para prevenir enfermedades cardiovasculares.

Seguramente, detrás de la prescripción de tal veneno, hay alguna confabulación judeomasónica, si no es que un deseo profundo de causar mal a la humanidad por parte de esos sociópatas que son quienes consagran su vida a la medicina (fíate tú del juramento "hipocrático" ése, que vaya usted a saber, la raíz etimológica, por lo pronto, ¿parece coincidir con la de "hipocresía"?, quién sabe si así sea, pero eso ya nos debería poner en ascuas, digo yo...). 

Lo de la vacuna AstraZeneca ha de ser algo parecido, alguna mente calenturienta la ha creado a propósito con terribles efectos secundarios para que, lejos de procurar nuestro beneficio evitándonos morir de Covid-19, nos aniquile a fuerza de trombos y a quien le toque le tocó (la vida es una trómbola, trom, trom, trómbola, ¿recuerdan?, y un trombito pa'lante, María, un trombito pa'trás).

Lo raro es que hayan sido los ingleses los autores de semejante tropelía y no los regímenes castrista y bolivariano. Ahí se han visto lentos, déjenme decirles, señores comunistas. Creo que no han estado a la altura de las circunstancias, podrían haber sido el centro de todas las aberraciones vacuniles del momento y han dejado escapar una ocasión preciosa. En fin, unas veces se pierde y otras también...


Y así, en esta tónica, todo... durante todo el día y todos los días del año de todísima la vida... Y ya una se harta...

Entonces es cuando digo, rodilla en tierra,  puesta en cruz e implorando al cielo: "Señor, baja a por mí y llévate a éstos".

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1,2 Julián David Martínez M., Juan Carlos Molano V., Sandra Consuelo Henao R. (2016), "Lesiones mucosas gastroduodenales por aspirina. Administrando los riesgos", Revista de Gastroenterología del Perú [on line]vol.36 no.2 abr/jun, pp. 129-134.


Comentarios

  1. Quiero ir a una farmacia a darle beneficios a una multinacional. Quiero vacunarme. Quiero que algún imbécil me diga qué hacer con mi salud.

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